lunes, 3 de diciembre de 2012

Educación es formar en valores.

Ha corrido estos días por la red la diferencia entre el preámbulo de la Ley Orgánica de educación y la Ley Orgánica de Mejora de la calidad educativa. 

Transcribo ambas para que no queden dudas y no se me tache de capciosa: 

Preámbulo de la LOE (2006): 


“Las sociedades actuales conceden gran importancia a la educación que reciben sus jóvenes, en la convicción de que de ella dependen tanto el bienestar individual como el colectivo.

La educación es el medio más adecuado para construir su personalidad, desarrollar al máximo sus capacidades, conformar su propia identidad personal y configurar su comprensión de la realidad, integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y la axiológica.
Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo tiempo, de renovar la cultura y el acervo de cono­cimientos y valores que la sustentan, de extraer las máxi­mas posibilidades de sus fuentes de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar la discri­minación, con el objetivo fundamental de lograr la nece­saria cohesión social.
Además, la educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio de la ciudada­nía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de sociedades avanza­das, dinámicas y justas. Por ese motivo, una buena edu­cación es la mayor riqueza y el principal recurso de un país y de sus ciudadanos.”


Primer párrafo del Anteproyecto de la LOMCE (2012):


“La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global.”


Quizá no haga falta decir mucho más, pero quiero hacerlo: 

Con la urgencia de la rentabilidad corremos el riesgo de perder ciertos valores de enorme importancia para el futuro de la democracia. 

Si a los jóvenes no les damos, a través de la educación, la capacidad de desarrollar un pensamiento crítico, de cultivar la reflexión, de prepararse para vivir en una sociedad que requiere de su participación, si no les educamos en la libertad de pensamiento tendremos ciudadanos dóciles que , ya adultos, obedecerán la autoridad sin hacer preguntas. 

El objetivo central de la educación debe ser formar ciudadanos activos, curiosos, críticos y respetuosos con los demás. Pero esto es peligroso si lo que se pretende es obtener un grupo de ciudadanos obedientes con capacitación limitada al trabajo cuya meta sea incrementar el PIB. 

La calidad educativa es formar personas capaces de asumir decisiones desde sus propios valores morales, ciudadanos que efectúen en democracia buenas elecciones no se trata exclusivamente de que adquieran competencias para posicionarse en el mundo económico. Ninguna democracia puede perdurar si sus ciudadanos no reciben una educación que les ayude a valorarla y sostenerla.



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